lunes, 6 de septiembre de 2010

¿En donde viene la gente rota? de Esteban Valentino

¿En dónde vive la gente rota?


Yo les pregunto a mis dos canarios:
¿en dónde viven los solitarios?

Yo le pregunto al grano de alpiste
¿en dónde vive la gente triste?

Yo les pregunto a los largavistas
¿en dónde viven los egoístas?

¿en dónde viven los que no quieren,
los apurados, los que no pueden?

Yo les pregunto a los que más pesan:
¿en dónde viven los que no besan?

¿en dónde viven, decime brisa,
los que odian a la risa?

en fin mi duda grande, grandota:
¿en dónde come, en dónde juega,
en dónde vive la gente rota?

Posteado por Juan Aiello

Una piedra y una risa de Esteban Valentino

Una piedra y una risa


Yo miraba al viejo Candelmo como para descubrirle la mentira pero no había caso. En esos Ojos de viejo yo le veía los años acumulados en las arrugas, el cansancio de tantas cosas que habrían visto y encima le veía la verdad. Pero de mentira ni pío. Así que dejé de investigarlo y me senté a creerle. Y para empezar le pregunté.
Viejo, ¿fue verdad eso que le contó al la semana pasada?
Porque él algo me dijo pero la verdad yo mucha bolilla no le dí. No sé. Me
sonó a verso, vio. A medio imposible.

El viejo me miró sin rabia, sin importarle que un enano de doce años pusiera en duda su propia vida. Se ve que ya estaba algo acostumbrado a que los demás lo vieran raro, como más contador de cuentos que narrador de cosas verdaderas. Pero bueno, estaba con la historia del viejo Candelmo. Decía que me miró como siempre y me dijo.
Pero no sé dónde está lo raro. Le hice tina promesa a las nubes. Ellas me iban a cumplir. Seguro. Y bueh, me largué nomás.
Como yo no entendía ni medio le pedí que me contara todo desde el principio. El viejo Candelmo le pegó una buena chupada al mate amargo que se estaba cebando y empezó. Y no paró hasta el final.
El doctor salió de revisarla a mi Inés, mi nenita menor, y ya por la cara supe que el asunto no venía bien. No hizo falta que me hablara en palabras difíciles para que yo entendiera que si no había un milagro mi nena nos iba a dejar. Cuando el doctor se fue me quedé un rato mirando al cielo. Usted no sabe mucho de esto porque es de Buenos Aires y está aquí de vacaciones y además es muy chico pero aquí en Jujuy el cielo es más bien hablador. Uno puede conversar mejor con las nubes cuando alrededor hay tanto silencio. Y las nubes me dijeron; Candelmo, si el doctor quiere un milagro, ¿por qué no se lo das? Y me dije yo que las nubes tenían razón. Así que me fui hasta el ombú ese enorme que tengo allí nomás de la casa y les hablé a las nubes. A ellas le hablé con el corazón para pedirle por mi nena y les dije que para que volviéramos a oír su risa por la casa me iba a ir hasta la piedra más sureña de nuestro país a tocarla. Pero no en micro. Caminando me iba a ir. Aunque tardara un año me iba a ir. Así que a la madrugada guardé algunas ropas en un bolsito. Le di un beso a mi esposa que no se enojó porque sabía de mi intención de tocar aquella piedra tan fría que estaría por lo sureña ¿no?. Y me fui. A Inés no quise verla. Nomás me fui.

El vielo Candelmo paró un poquito como para tomar aire y recordar mejor como seguía todo. A esa altura yo ya no tenía dudas y lo único que quería era que siguiera contando. El viejo tomó otro mate y volvió a lo suyo.
Yo no sabía nada de rutas o viajes porque nunca había salido de aquí, de mi pueblo. Pero sabía que pegándole siempre para, el sur algún día me iba a encontrar con la piedra que tenía que tocar para que Inés pudiera reírse de nuevo. Así que me puse el bolsito al hombro y empecé a caminar. Llegué a Salta, después a Tucumán. Comía lo que podía. A veces hacía algún trabajito como para ganarme uns pesos y tener para comprar algún sánguche, algún queso y volvía a darle. Para el sur, siempre para el sur. Buscando aquella piedra. Cuando llegué a Córdoba me encontré con un hombre que me supo escuchar. Y me dijo que había hecho bien, que si una risa era tan importante como para hacer semejante caminata debía ser porque la risa valía la vena. Yo le aseguré que sí, que era como una cascadita y que sin esa cascadita yo no podría respirar. Era un hombre muy pobre pero igual trajo unos salamines que tenía él secándose y me los dio para que comiera en el camino. En La Pampa ya llevaba tres meses de caminata. Tiré mis zapatillas que ya no daban más y me puse el otro par que había puesto en el bolsito. La gente de la Patagonia es más callada que nosotros. Por el frío ¿vio?. Muy acostumbrada a encerrarse en sus casas y al final hablan poco porque hablar es una forma de salir afuera. Pero sí saben escuchar. Y eso es importante. Cuando sabían de Inés me hacían guisos de cordero que por allá hay mucho y a veces hasta guiso de guanaco que es un poco dulzón pero rico. En Chubut me quedé unos días esquilando ovejas en una estancia y seguí para el sur. Por la piedra ¿Vio? O por la risa, quién sabe.
Yo mucho de geografía no sabia pero sí conocía lo suficiente como para saber que la historia se acercaba, como el viejo, al final. Otro mate. Y otra vez a la ruta.
Santa Cruz es casi como un país. Así de grande me pareció. No se terminaba nunca. Por fin llegué al agua. Había que cruzar para ir a Tierra del Fuego. El dueño de un barco me creyó y se ofreció a cruzarme a y cambio de mi trabajo. Le dije que sí porque hacía como seis meses que me había ido y quien sabe si una risa en peligro dura tanto. Cosa rara. Tanta gente que me encontré y casi todos me creyeron. Nadie me pensó con la mentira. Será que cuando uno habla pensando en una risa chiquita que necesita ayuda no deja la duda en los otros ¿no?. Crucé en barco y en Tierra del Fuego hice lo mismo que siempre. Al sur, siempre al sur. Un par de semanas más tarde empecé a preguntar porque me sentía cerca de la piedra. Y un arriero de por allá me dijo que durmieramos esa noche junto a su rebaño que al otro día me llevaría hasta la piedra, que era grande y que estaba también cerca de otra agua. Nos despertamos temprano y a eso del mediodía vimos la piedra. No necesité que el hombre me dijera nada. Yo sabía que esa era la roca. Me acerqué despacito, con respeto claro. Me paré delante de ella y así le hablé: Piedra, le dije, crucé el país para tocarte, para que una risa que yo no quiero que se acabe antes que la mía siga sonando en mi casa. Ahora te voy a tocar. Y entonces puse la mano sobre ella.
El viejo se calló. Era claro que había terminado aunque yo no esperaba un final tan de golpe. Viejo dijo una voz de mujer desde la casa-. Véngase para adentro que ya está haciendo frío.
Ya voy, Inés, ya voy respondió el viejo Candelmo levantándose con esfuerzo . Me cuida como si fuera un chico.
Me guiñó un ojo como despedida, me despeinó un poco con la mano y se metió caminando lento arrastrando los pies, dando con cuidado cada paso.

Subido por Juan Aiello

Entrevista a esteban Valentino

Esteban Valentino: Hola a todos, soy Esteban.

Chicos: Nos da mucha alegría poder hablar con usted.
Es un gusto estar hablando con usted.

Chicos: ¿Lo podemos tutear?
Esteban Valentino: Sí, claro que me pueden tutear.

Chicos: ¿Quién es Susana?
Esteban Valentino: Susana es mi esposa y es un sueño.

Chicos: ¿A su mujer le gustan sus libros?
Esteban Valentino: Sí, además es mi primera lectora.

Chicos: ¿Quiénes son Beto, Lautaro y Lisandro?
Esteban Valentino: Beto es mi hermano, Lautaro y Lisandro son dos de mis hijos. Claudia, la tercera, tiene la dedicatoria en otro libro.
Chicos: Sí, los leímos en las dedicatorias.

Chicos: Cuando estabas en México, ¿qué extrañabas de la Argentina?
Esteban Valentino: Lo que más extrañaba era no tener que explicar nada. Una vez un amigo me dijo que uno está en la propia tierra cuando no tiene que decir lo que es el dulce de leche. Y tiene razón. Cuando se tiene que explicar tanto como es uno, empieza a hinchar bastante.

Chicos: ¿Qué tipo de música de gusta?
Esteban Valentino: En general, muy variada. Ayer escuché “The Wall”, de Pink Floyd y me volvió a parecer maravillosa. La música latinoamerciana, Silvio Rodríguez, Mercedes Sosa. Serrat y, sobre, todo Sabina.

Chicos: ¿A qué edad supiste que querías ser escritor?
Esteban Valentino: Desde muy chico supe que quería ser escritor. A los once años escribí mi primer poema y ya no paré. Durante años escribí al menos alguna cosa por día. Era mucho más de profesional que ahora.

Chicos: ¿Cuántos años tenias cuando empezaste la carrera de ser escritor?
Esteban Valentino: Mi primer poema lo escribí a los 11 años.

Chicos: De no haber sido escritor, ¿qué hubieras sido?
Esteban Valentino: De no haber sido escritor tal vez hubiera sido jugador de fútbol porque jugaba muy bien de chico e incluso me quisieron llevar de chico a un club de primera pero yo no quise porque quería ser escritor.

Chicos: ¿Cómo reaccionaron tus padres al saber que querías ser escritor?
Esteban Valentino: La verdad, mis viejos no se opusieron. Les pareció bien y nunca me pusieron trabas. Además, no es que yo para ser escritor tenía que dejar de estudiar como si hubiera elegido yo que sé, futbolista. Podía hacer las dos cosas.

Chicos: ¿Dónde estudiaste para ser escritor? Yo quisiera saber si tengo posibilidades...
Esteban Valentino: Eso no se estudia, claro que leer mucho y tener una base de sintaxis ayuda. Pero tus "posibilidades" las vas a ir conociendo a medida que simplemente escribas.

Chicos: ¿Qué sentiste en el momento que fue editado tu primer libro?
Esteban Valentino: Mi primer libro fue “El hombre que creía en la luna”. Fue una de las alegrías más grandes de mi vida. Desde chico que yo quería ser escritor. Ver cumplido ese sueño fue como llegar no sé muy bien a dónde, pero seguro a un lugar muy importante. Me hacían sentir hasta lindo.

Chicos: ¿Cuál es la novela que tuvo más éxito?
Esteban Valentino: Las novelas de más éxitos fueron “El hombre que creía en la luna”, “Todos los soles mientes” y “A veces la sombra”. Las tres andarán por la décima edición.

Chicos: ¿Cuál es la novela que menos éxito tuvo?
Esteban Valentino: Aunque te parezca raro, la más premiada. "Perros...” Ganó de todo, pero en venta tuvo poco éxito. Ahora que la tome SM creo que le irá mejor. También el éxito de una novela depende de la estructura comercial de la editorial que la tome.

Chicos: ¿Cuál fue el libro más atrapante para vos en el momento de escribirlo?
Esteban Valentino: Sin duda, “Todos los soles mienten”. Me llevó 4 años y estoy enamorado de ese libro, como lo estuve al hacerlo.

Chicos: De los libros que escribiste, ¿cuál es el que más le gusta y por qué?
Esteban Valentino: El libro que más me gusta de los míos es “Todos los soles mienten”. No creo que sea el mejor. Creo que “Perros de nadie” y “A veces la sombra” son mis mejores libros, pero ese es el que más amo porque me parece que es el que más tiene que ver conmigo.

Chicos: ¿Por qué tiene tanto que ver con usted “Todos los soles mienten”?
Esteban Valentino: Porque las cosas que les pasan a los chicos son los que me pasan a mí por el alma. Ese libro tiene mi tristeza

Chicos: Conozco dos cuentos tuyos que leí en la clase de Lengua: “Perros de Nadie” y “No dejes que una bomba...” ¿Qué te inspiró a hacerlos?
Esteban Valentino: Los dos tienen algún elemento autobiográfico. "Perros..." está inspirado en varios de mis alumnos. Yo doy clases de literatura en escuelas de riesgo y de allí saqué la idea de la vida de dos chicos de la calle. En cuanto al otro, la parte de la fiesta me pasó a mí de pibe.

Chicos: ¿Por qué elegiste escribir "Perros de Nadie" con tantos anonimatos?
Esteban Valentino: Escribí “Perros...” porque simplemente no puedo escribir de otra cosa. Ya dije alguna vez que si escribiera cosas más, digamos, amables tal vez vendería más, pero no me sale. Me siento a escribir y me salen cosas oscuras. No sé, debo ser algo tristón.

Chicos: ¿Te interesa mucho escribir acerca de chicos de la calle y de villas como sucede en "Perros de Nadie"?
Esteban Valentino: “Perros...” fue una novela muy importante para mí. Me sirvió para mostrar un mundo con el que estaba en contacto desde hacía rato y decir lo que quería decir sobre él. Fue un libro que me costó mucho publicar porque las editoriales al principio no lo querían. Ahora que ganó todo lo que ganó, me lo pidieron varias. En principio irá por SM.

Chicos: ¿Por qué “Pobrechico” está basado en los chicos con síndrome de down?
Esteban Valentino: Mi sobrino Adrián tiene síndrome de down y basado en ese historia escribí el cuento.
Chicos: Mi hermana tiene síndrome de down, ¿cuál es su libro que se basa en los chicos con ese problema?
Esteban Valentino: No es un libro, es un cuento, “Pobrechico”, que está en “Pahicaplapa”, de Sudamericana. Y no lo vivas como un problema.
Chicos: Mi hermana es lo más lindo que tengo y me encantaría que miles de personas como usted pudieran entender que no es un problema. La amo y no la cambiaría por nada. Ojalá todos piensen como usted y no haya tanta discriminación. Si al menos pudiesen conocer lo maravillosos que son, no hablarían así.

Chicos: ¿Por qué escribiste “El mono que piensa”? ¿Por qué no la continuación del mismo?
Esteban Valentino: “El mono que piensa” lo escribí porque necesitaba un poco de humor luego de varios libros muy terribles que había escrito. La continuación, la versión de la historia argentina sale el año que viene.

Chicos: ¿Vos sos el protagonista de “No dejes que una bomba...” o tenés algo que ver con la historia?
Esteban Valentino: Sí, soy el protagonista de la parte de la fiesta, pero lo de Malvinas está inventado.
Chicos: Muchas gracias. Me interesaba saberlo porque me gustaba mucho la historia.
Chicos: ¿Te pasó lo de la fiesta? y terminó así? ¿te pusiste de novio con esa chica? ¿Cómo se llamaba?
Esteban Valentino: No, es lo inventé para no aparecer como tan nabo. Me puse tan nervioso que no le pedí ni siquiera el teléfono. Una chica lindísima que había pateado a todos los lindos me invita a bailar y yo ni siquiera le pido el teléfono. No puedo ser tan pavo.

Chicos: Me gustó el de “Perros de Nadie”, ¿tenés otro parecido?
Esteban Valentino: “La Soga” está basado en temas de nuestra historia. Trata sobre un hijo de desaparecidos que fue criado como hijo por el asesino de su madre. Es lo más cercano que se me ocurre. También “Todos los soles mienten” tiene cosas que te pueden interesar.

Chicos: ¿Sólo en "No dejes que una bomba dañe el clavel de la bandeja” utiliza flashback o raconto?
Esteban Valentino: No, utilizo en raconto casi en todos mis libros. Es una técnica a la que recurro a menudo.

Chicos: ¿Tenés algún recurso de estilo o algo que lo caracterice en sus libros?
Esteban Valentino: En general se me conoce en este mundo de la literatura juvenil por cierta poética de la prosa. Y dicen también que hago bueno títulos.

Chicos: ¿Con qué frecuencia se dedica a escribir?
Esteban Valentino: Escribo en general por las tardes ya que mi trabajo me ocupa las mañanas de lunes a jueves.

Chicos: ¿Cuáles son los mejores días para escribir una poesía o un cuento, los de lluvia o los de sol, los que esta alegre o triste?
Esteban Valentino: Para mí los mejores días para escribir poesía amorosa son los días de lluvia cuando uno está triste. Eso es casi una regla.

Chicos: ¿A qué escritores argentinos admira o imita? ¿Por qué se inspira en Cortázar?
Esteban Valentino: Creo que todos los escritores argentinos le debemos mucho a Cortázar, sobre todo por eso del lenguaje coloquial, eso de imitar el habla diaria.

Chicos: ¿Escribiste alguna vez un cuento basado en algún hecho clave de su vida?
Esteban Valentino: Si, los cuentos “Los pájaros mudos” y “La buena sangre”, del libro “Un desierto lleno de gente” están basado en hechos claves de mi vida.

Chicos: ¿Por qué te gusta escribir sobre personajes marginados de la sociedad?
Esteban Valentino: Me gusta escribir sobre los marginados por soy un enamorado de los perdedores. Los ganadores me despiertan una especie de antipatía. No sé, será que en el fondo me gusta la derrota.

Chicos: ¿Te interesa saber la opinión de los lectores sobre tus cuentos?
Esteban Valentino: Claro que me interesa la opinión de mis lectores. Pero eso no va a incidir en lo que escriba. Si así fuera escribiría solo cosas como Harry Potter, me llenaría de guita y estaría todo bien. Pero no es lo que quiero.

Chicos: ¿Qué libro recomienda para adolescentes?
Esteban Valentino: Tengo que basarme en mi experiencia. Los clásicos juveniles como Verne o London o Stevenson me parecen fantásticos. Los libros de Tolkien también, Harry Potter me parece una buena puerta de entrada para textos más jugados. Y en Argentina hay una literatura juvenil muy buena. Paula Bomara, Jorge Accame, Sergio Mendez tienen textos para jóvenes fantásticos. La saga de Lilina Bodoc, de los confines en editorial Norma es maravillosa. Y si te referís a libros míos, “Perros de Nadie” y “Todos los soles mienten”.

Chicos: ¿Me podés nombrar un lindo cuento que haya escrito usted para niños de 9 años?
Esteban Valentino: No sé si son lindos pero los cuentos de “Pahicaplapa” y de “Caperucita Roja 2” (en Sudamericana y Colihue respectivamente) son para esa edad.

Chicos: ¿Cuál de tus libros no deberíamos perdernos?
Esteban Valentino: Supongo que no hay libros imperdibles, pero si me lo plantean de esa forma, yo diría que “Todos los soles mienten”, “A veces la Sombra”, “La soga” y “Perros de Nadia” son los más significativos.

Chicos: Leímos la anécdota del pin pon. Nos encantó. ¿Hoy nos recomendás leer “El llamado de la selva” además de algunos de los suyos?
Esteban Valentino: Sí, a mí también me gusta esa anécdota. No estoy muy orgulloso de muchas de las cosas que hice en mi vida, pero de esa sí. Me encantó esa derrota.

Chicos: ¿Por qué nos dice que no está muy orgullosos de algunas cosas que realizó en su vida? Lo que leímos de usted nos pareció muy interesante.
Esteban Valentino: Probablemente, pero realmente hay cosas de las que me arrepiento a que directamente me son indiferentes. Supongo que lo mismo les pasa a todos.

Chicos: ¿Te gusta leer libros de otros autores o sólo los tuyos?
Esteban Valentino: No, claro que lo que más leo son libros de otros autores. Hay muchos libros de otros que amo infinitamente y que me acompañaron toda la vida. “Moby Dick”, “El señor de los anillos”, “El silmarilion”, “La peste”, “Confesiones de un payaso”, etc.

Chicos: ¿Alguna vez tuvo problemas con los derechos de autor?
Esteban Valentino: No, con los derechos de autor del exterior hay algunos líos con la transferencia porque te piden algunos requisitos legales molestos pero nada más.

Chicos: ¿Cuál fue el último libro que usted escribió?
Esteban Valentino: El último libro que escribí fue “Los guerreros de la hierba”, en Alfaguara, sobre una historia del México antiguo.

Chicos: ¿Está escribiendo algún otro libro?
Esteban Valentino: Sí, estoy escribiendo una novela de ciencia ficción que transcurre en una nave espacial y que tiene como eje los miedos humanos.

Chicos: En la novela de ciencia ficción que está escribiendo y que se basa en los miedos humanos, ¿incluye el miedo a la muerte que la mayoría tenemos?
Esteban Valentino: Sí, de hecho, con ese miedo empieza. después se van desarrollado otros.

Chicos: ¿Qué actividades se llevan a cabo en los centros de apoyo comunitarios situados en las villas de Buenos Aires donde trabajás?
Esteban Valentino: No son centros de apoyo, simplemente son escuelas de villa y allí hago lo mismo que en todos lados. Enseño literatura.

Chicos: Si tuvieras que ponerte una meta a largo plazo, ¿cuál sería?
Esteban Valentino: Nada muy importante. Ser feliz. Y en cuanto a la escritura, nada, seguir con los libros que hice hasta ahora. No creo que un destino de gran oración sea importante. A veces hay destino de pronombre que son muy lindos. Con un lindo destino de pronombre me conformo.

ESTEBAN VALENTINO SE DESPIDE...
Bueno, chicos, gracias por su atención. Un beso grande y por allí nos veremos. Chau. Chau.

Esta es una netrevista realizada por los chicos de la fundacion leer y publicada por Facundo Fernandez Kun

La oficina, escrita por Esteban Valentino





Las oficinas son lugares donde hay muchas máquinas y ventanas. Así las define el protagonista de este breve cuento, que desea que las ventanas se cierren y las máquinas se rompan para que, un día, él pueda estar en su casa, junto con su papá y su mamá cuando vuelve de la escuela.




Papá trabaja. Mamá también trabaja. Cuando yo salgo para la escuela ellos salen para un lugar que se llama oficina y que está lleno de ventanas y de máquinas. Esto lo sé porque un día fui a visitar a mamá a la oficina de ella y había un montón de máquinas y un montón de ventanas. A la oficina de mi papá no fui pero parece que no importa mucho porque me dijo mi papá que es igual a la de mi mamá. “Todas las oficinas son iguales”, me dijo cuando le pregunté.

Yo vuelvo a casa del cole a las cinco de la tarde pero mi papá y mi mamá no. Están todavía en las oficinas ésas manejando las máquinas y mirando por las ventanas. Pero está Lucía que siempre me prepara la leche y juega conmigo hasta que llega mi papá. Entonces Lucía se va y mi papá y yo preparamos la comida hasta que llega mamá y comemos. Cuando tenía menos años quería que después jugáramos pero ahora que crecí ya sé que hay que irse a la cama porque mañana hay que levantarse temprano. O sea, ya sé que después de comer tengo que tener sueño.

Pero se ve que todavía debo ser un poco chico porque a veces me quedo mirando el techo un rato largo pensando en lo lindo que sería que mañana las máquinas se rompieran todas juntas y que las ventanas no se pudieran abrir así cuando yo vuelvo del cole Lucía está en su casa y mi mamá y mi papá en la mía.

Publicado por Facundo Fernandez Kun