lunes, 23 de agosto de 2010

Homicidio nocturno

HOMICIDIO NOCTURNO

Era una oscura noche cuando me entere mediante mi hermana de la peor noticia que podía recibir, Martina Ramírez había sido asesinada mediante un disparo en la cabeza. Yo, Daniel Barreda, conocía a Martina desde un par de meses atrás, me la habían presentado como amiga de mi hermana, pero en los últimos días sentíamos algo más que solo amistad.Al enterarme de la horrible noticia me largue a llorar desolladamente contenido por mis parientes y amigos que se encontraban cerca. Unos días después pude superarlo y encender la televisión para conocer noticias del suceso, fue difícil para mí pero necesitaba enterarme de lo sucedido. Al parecer la policía no había podido descifrar quien era el asesino de Martina, ya que no quedaban huellas digitales en la escena ni en el arma con la que se disparo que se encontró al lado de la victima, tampoco quedaron rastros de ADN o pistas, sin mencionar que no tenían idea de quien pudo haberla matado y por que motivo, pero a pesar de eso seguían intentándolo.
Acompañando a mi hermana quien había sido su mejor amiga durante los últimos meses fuimos a la morgue a ver el cuerpo y decidimos ir hasta la escena del crimen para despejarnos algunas dudas. Cuando llegamos notamos al equipo de investigación buscando huellas, decidimos preguntarles si tenían mas datos sobre quien había podido ser el homicida, estos nos dijeron que al parecer Martina conocía al asesino ya que lo dejo entrar por que la puerta no estaba forzada, pero era lo único que habían descifrado.
Días después cambio la carátula desde asesinato a suicidio voluntario, ya que no se encontraron más pistas, y se creía que por estar psicológicamente deprimida se disparó. Esto me enfureció mucho y decidí tratar de convencer al jefe de policía que vuelvan a cambiar la carátula, y al no conseguirlo quise tratar de descubrirlo yo mismo, ya que durante mi vida había leído decenas de libros policiales. Lo primero que hice fue pedirle al oficial de policía que estaba en el caso que me permitiera inspeccionar la escena y los objetos de ella, y por suerte lo conseguí. Inmediatamente fui hasta la casa donde habían encontrado el cuerpo de Martina, me coloque guantes de látex y agarre el arma con la que según la policía, ella se había disparado. Esta era una Smith Wesson del 38, este revolver es muy difícil de conseguir y solo pocos coleccionistas podrían conseguirlo, y por esta razón es extraño que Martina tuviera una. También halle indicios que demostraban que el lavavajillas había sido usado recientemente, mas precisamente con una taza de te, lo que es raro ya que a Martina no le tomaba te.
Salí de ahí tratando de encontrar respuestas a las preguntas que me había formulado, y para ello fui a un vendedor de armas conocido para preguntarle si conocía a alguien que pudiese haberle comprado la Smith Wesson, este me dijo que solo 2 personas en la ciudad podrían llegar a tener este revolver, uno era el millonario dueño de la empresa de televisores que adoraba ese tipo de armas y otro era Julián Casas quien estaba comenzando una colección de armas y esa era una de sus favoritas.
Esas eran mis dos opciones, no creo que el famoso empresario se arriesgaría a perderlo todo, además hacia más de un mes que por cuestiones de negocios se había ido hacia las Bahamas. El otro posible sospechoso era Julián Casas, y como no conocía nada de el fui a preguntarle a mi hermana si lo conocía o si tenia alguna relación con Martina. Ella me dijo que Julián era el ex novio de Martina, pero que cortaron de una forma sin violencia y se seguían viendo como amigos, a partir de ese momento Julián se convirtió en mi principal sospechoso .Luego decidí ver el cadáver de Martita, que en pocos días seria cremado según la petición de su familia. Cuando observe el cadáver note que el orificio que tenía en la cabeza no partencia a la bala del arma que se había encontrado en la escena, ya que esta se destruye al ingresar para provocar más daño, y el proyectil estaba intacto dentro del laboratorio.
Horas después visite a Julián con la excusa de discutir donde serian arrojadas las cenizas de Martina y cambiando el tema logre que me diga por curiosidad si el estuvo con ella ese mismo día, el me dijo que paso por su casa mientras ella recogía el correo y la vio muy deprimida. Luego de la charla lo salude cordialmente y me fui.
Aun quedaban incógnitas, ya que si lo que me dijo Julián es verdad como explicaría la taza de te, ella estuvo con alguien poco tiempo antes de morir, además el arma que se encontró no es la misma que con la que según yo le dispararon. Luego decidí contarle mi historia al jefe del caso
Oficial Carranza - No creo que allá pruebas suficientes para reabrir el caso
Daniel - Pero que me dice de la taza de te, ella no tomaba, estoy seguro que estuvo con alguien que conocía y decidió servirle el te, luego esta persona la asesino y lavo la taza para no dejar huellas
Carranza – Suponiendo que fuera así, ¿quien seria capaz de hacerlo?
Daniel – Creo que Julián tiene motivos suficientes para asesinar a Martina, piénselo acababa de dejarlo y estaba saliendo con migo, el despecho es motivo suficiente
Carranza – A pesar de eso tenían una buena amistad, además por que cree que dejaría su arma en la escena del crimen
Daniel – Pero el arma con la que disparo no es la misma que la que encontraron
Carranza – Es posible, pero ¿por que un coleccionista dejaría una de sus mejores armas?
Daniel – Esa es mi incógnita
Carranza – Es por eso que no se puede reabrir el caso
Daniel - ¿Qué le parece si Julián le llevo 2 armas para mostrárselas a Martina,? la Smith Wesson y otra de quizás menos importancia para el. Pero Martina quiso observar la Smith, lo que hizo que Julián le dispare con el otro revolver. Esto fue algo que no tenia pensado ya que su idea era dispararle con la Wesson para poder levársela después, pero en ese momento no pudo ya que quería hacer parecer un homicidio y el oto revolver ya tenia sus huellas
Carranza – Eso tiene mas sentido. Te agradezco tu contribución Daniel
5 horas después observe en la televisión la noticia de que habían capturado a Julián y que estaría almenos 40 años en prisión

Autor: Alan Cruz

domingo, 22 de agosto de 2010

ASESINATO EN LA VIEJA CASONA

Autor: Alejandro Bestilleiro


Era una noche tormentosa, cuando en la radio de nuestro detective Smith, se escucha un boletín especial. El informativo decía, que el Sr. Thompson, el anciano más rico de la ciudad había sido asesinado misteriosamente.

Smith era una agente de policía retirado, que siempre se caracterizo por su inteligencia superior. Su pasatiempo en estos tiempos, era investigar crímenes extraños.

Al oír la noticia, Smith se dispone a visitar la escena del crimen. Había ocurrido en una vieja casona en las afueras de la ciudad, en el barrio más importante de la zona.

Al llegar al lugar del crimen, encuentra a todos los policías con una expresión desconcertada, sin poder saber lo que había pasado.

En el centro de la habitación, el anciano muerto no presentaba signos de haber sido agredido físicamente, pero sus ojos tenían una expresión de terror que impresionaba.

Smith rápidamente observa la escena con expresión impasible y detecta una galleta casera a medio comer sobre la mesa de luz del anciano. Parecía ser lo último que este había ingerido antes de morir.

Toma una muestra de la evidencia y la lleva a su laboratorio para hacerle un análisis. El resultado fue que la galleta estaba rociada con un potente veneno, sumamente raro, que provoco la muerte del anciano rico.

Smith comienza la investigación interrogando a los vecinos, a los sirvientes y por ultimo a los parientes de la victima. Descubre que el anciano no tenia hijos y sus únicos herederos eran dos sobrinos que lo visitaban a menudo. Arthur y Alice. Ambos estaban junto al cadáver.

Se dispone a investigar a los parientes. La sobrina era una dulce mujer que parecía estar muy triste por la muerte de su tío. Al interrogarla, cuenta que ella cocino las galletas para su tío. La policía se la lleva en custodia y parecía que el caso estaba cerrado, pero Smith aun tenía sus dudas.

Se dispone a interrogar al sobrino. No parecía triste ni acongojado y dijo no haber tenido contacto con su tío desde hacia tiempo, y que había llegado a la casa cuando le avisaron lo ocurrido. Smith, dudando, le pide tomar una muestra de rastros de sus manos ya que ninguno de los sirvientes había declarado haber llamado a Arthur para contarle lo ocurrido

Al analizar las muestras en el laboratorio, encuentra rastros del mismo veneno que mato al anciano Thompson. No obstante, aun tenia dudas, ya que podría ser que Arthur al entrar en contacto con su tío luego de morir, hubiese contaminado sus manos con el veneno.

Dispuesto a descubrir la verdad, Smith comienza a seguir al sobrino durante unos días.

Una mañana, lo siguió hasta una fábrica abandonada en las afueras de la ciudad. Miro por la ventana y diviso lo que parecía ser un laboratorio. Espero a que el sobrino se fuera, y al entrar, se encontró con una gran variedad de distintos venenos que Arthur había estado probando en animales, entre ellos el que había matado a su tío.

Lo persiguió por toda la ciudad hasta que pudo alcanzarlo en la estación de trenes. Allí le dijo:

- Te he descubierto Arthur, en tu laboratorio esta la evidencia del veneno.

Arthur, sabiéndose descubierto, confiesa su crimen.

- Es cierto, yo mate a ese viejo avaro para heredarlo. Mi prima no tiene nada que ver. Ese día entre en la cocina y rocié la galleta con el veneno que había logrado en mi laboratorio. Como el veneno tenia gusto a chocolate, el viejo, que era muy desconfiado, no tuvo de que dudar y se la comió. Luego me escondí para estar seguro de que había muerto.


Arthur termino en la cárcel, y su hermana, ya en libertad, heredo la fortuna de su abuelo.

Otro caso cerrado por el inspector Smith.

miércoles, 4 de agosto de 2010

Reseña Todos los soles mienten

“Todos los soles mienten” se encuentra en un tiempo futuro, no se sabe cuando. El espacio es indefinido. Es una novela de ciencia ficción y se caracteriza por una falta de futuro.
En la novela, el sol esta muriendo y la ciudad se esta congelando del frió, la muerte es inminente.
La historia de la novela muestra un grupo de adolescentes intentando llevar a cabo un proyecto en el cual “juegan” o intentan ser grandes, tomando decisiones y asignación de roles como gente mayor, preparándose en una caverna para salvarse cuando llegue el frío absoluto. Los mayores están totalmente excluidos de la historia.
Un aspecto muy importante del libro es como los protagonistas asumen por ejemplo aprovisionamiento de comida y bebida para la caverna, se encargan de la seguridad, etc.
Otro aspecto importante es el final de la historia, como eligen morir rodeados de sus seres queridos y compañeros.

martes, 3 de agosto de 2010

El mono que piensa 3 (Historia similar a las de Esteban Valentino)

Era una tarde soleada en el zoológico Nagongo, en la ciudad de Nueva York en Estados unidos, en la jaula de mas espectáculo, un mono llamado Otro, recogió su comida desde su mullida cama de hojas y no balanceándose a otra rama como solían hacer Los Demás. Esta anomalía asombro a los científicos, quienes decidieron investigarlo. Al notar su capacidad de aprender rápidamente fue enviado a la asociación de la Nasa, ya que necesitaban un animal con mayores capacidades para realizar simples movimientos interestelares que pongan en marcha la nave. Luego de unos meses de entrenamiento, la nave llamada Amono 13 fue lanzada a la luna. El cohete logró llegar sin ninguna dificultad al pequeño satélite, pero los problemas ocurrieron unas horas después. La nave fue invadida por una serie de rayos Gamma, de quienes no se tenía mucha información. Al observar esto, la misión fue cancelada y la nave regreso a Tierra.

Los grandes eruditos de la Nasa intentaron descifrar los efectos que podían tener los rayos pero no descubrieron nada. Sin embargo Otro fue aumentando su capacidad cerebral muy rápidamente, y en unos días era tan, o tal vez más inteligente que cualquier ser humano. En este proceso, Otro revivió mentalmente toda su evolución desde aquel mono que descendió del árbol, los antiguos faraones, los grandes gladiadores griegos, los aztecas, el descubrimiento de América hasta el día de hoy. Al descubrir su gran habilidad para pensar, los científicos no quisieron que esto se supiera y encerraron a Otro en una jaula. Claro no hay que ser un genio para saber que un mono con una inteligencia superdesarrollada puede salir fácilmente de una jaula, pero al hacerlo Otro se encontró con el conserje del lugar llamado Esteban, quien en lugar de capturarlo lo ayudo a escapar ya que el consideraba que está mal mantener a los animales en cautiverio y peor aún para investigación científica.

Otro le pidió a Esteban que lo acompañara a ver a otros monos de los alrededores, Esteban accedió. La primera reacción de Otro fue de terror, ya que vio como la selva en la que el había evolucionado se convirtió en algo sumamente artificial y monótono, observo como el pasto se volvió cemento, como los árboles se transformaron en edificios, y mas que nada se dio cuenta como todos esas adorables y peludas criaturas se convirtieron en esos horribles primates afeitados.

Esteban le mostró el circo, donde observó como maltrataban a los chimpancés arrojándolos desde un cañón y haciéndolos atravesar aros en llamas, pero su enojo aumento cuando se dio cuenta que esos horribles primates afeitados celebraban y se reían de lo que le hacían a los monos. Luego fue al zoológico donde vio la triste cara de los orangutanes encerrados sin poder salir y alejados de su hábitat. Esto los indignó mucho, y decidieron hacer algo.

Otro- ¿Y si te postulas para presidente?

Esteban- ¿Qué? Es muy difícil eso.

Otro - Entonces probá saliendo en la televisión, de esa forma le llegaría el mensaje a las personas.

Esteban- Para vos es fácil decirlo, pero no todos tienen las agallas para eso.

Otro - ¿y si…

Esteban- ¿Ahora que me vas a decir que escriba un libro?

Otro - Eh, no es mala idea.

Esteban- Pero pensá algo realista, no digas tonterías.

Otro - No es una tontería, yo podría escribirlo, el único problema es que tiene que llevar tu nombre, no esta bien visto que un mono escriba un libro.

Esteban- Bueno, de esa manera si es una buena idea.

Un mes después salio un libro que tuvo el récord de ventas desde Blancanieves y los 7 enanitos, el libro se tituló EL MONO QUE PIENSA escrito por Esteban Valentino. En este libro Otro describió la evolución de una forma sencilla y cómica, para que cualquier mente pueda comprenderlo. De este modo considerarían a los monos no como seres inferiores, sino como un igual

domingo, 1 de agosto de 2010

La noche y la lluvia obra de Esteban Valentino

La noche caía sobre los campos como una paliza. En noches como esa, la tormenta es una especie de castigo para la tierra y entonces los animales buscan esconderse donde se pueda. Las víboras y las vizcachas bajo tierra, los pájaros en los huecos de los arboles y los insectos entre los pastos mas anchos. El viento acompaña a la lluvia y todo se hace difícil para el bicherío. Así estaban las cosas cuando los caracoles sintieron que el fin del mundo estaba a un paso de ellos. A la bronca que se había agarrado la naturaleza vaya uno a saber por qué ahora se agregaba ese ruido terrible que se acercaba como una prueba de matemáticas y esas hierbas que se iban abriendo bajo un peso terrible. Y entonces lo vieron. Delante de ellos. Los bichos colorados se apretujaron contra las caparazones de los caracoles, las lombrices trataron de meterse bajo tierra con la rapidez de...bah de una lombriz y las vaquitas de San Antonio se disfrazaron de lunar de las plantas para que nadie las notara.

Un gigante.

Bueno. Un gigante, lo que se dice un gigante...-.No, no era. Pero ¿ustedes vieron alguna vez un caracol, un bicho colorado, una lombriz o una vaquita de San Antonio? Claro, para ellos cualquier cosa es un gigante. Hasta Renato, que es el que había llegado a la mata que les servia de refugio a tanto bicho. Y Renato tiene siete años. Es decir, está bastante lejos de ser un tipo grandote. Ni siquiera es demasiado alto..Pero algo no debía andar muy bien que digamos porque al agua de la lluvia se le agregaba otra que le caía por la cara y que no tenia ni medio que ver con las nubes. Pero Renato era un pibe valiente. Así que se sentó en el suelo todo mojado y después de mucho mirar para abajo pudo decir.

- Estoy perdido.

Y repitió dándole un golpe a la tierra.

- Pucha, estoy perdido.

Se sabe que los insectos no conocen mucho de humanos. Ya con eso de confundir a Renato con un gigante se pueden dar una idea de lo despistados que andaban en ese tema. Pero de lágrimas y de tristeza si sabían bastante porque parece que la pena de un caracolito no tiene mucha diferencia con la pena de un nene y el miedo a los truenos de una lombriz chiquita se parece bastante a lo que les pasa a las nenas cuando el mundo se viene abajo. Pero no hicieron nada porque los caracoles, los bichos colorados, las lombrices y sobre todo las vaquitas de San Antonio se toman su tiempo antes de mover una pata (salvo las lombrices, que no tienen patas pero que igual se toman su tiempo).

Se ve que Renato estaba perdido desde hacia bastante porque no aguantó mucho más con su rabia y su agua de los ojos. Buscó un árbol con hojas anchas y se acomodó abajo para mojarse lo menos posible. El sueño y esta cosa que tienen los pibes de dormirse en los lugares más increíbles hicieron el resto.

A los cinco minutos Renato roncaba como si estuviera al lado de una chimenea. Las primeras en actuar fueron las lombrices, que empezaron a hacer una zanja alrededor del cuerpo de Renato para que el agua no le llegara. Después los caracoles llenaron la zanja de baba para que al agua resbalara bien y no lo mojara. Los bichos colorados lo picaron por todas las piernas porque habían oído a un cazador que las picaduras activan la circulación y el nene precisaba eso para no tener frío y las vaquitas de San Antonio formaron una gran señal roja para que los papas de Renato se pudieran orientar en la noche.

Cuando a la mañana siguiente un grupo de gente grande lo vio bajo el árbol, Renato estaba empapado hasta la uña del dedo gordo, la zanja y la baba habían ya terminado de rodear su pie derecho y las siete ronchas de las piernas le picaban un montón. Se fue en brazos de los papas que no paraban de acariciarlo y nunca se enteró del enorme trabajo que se tomaron por él una noche unos bichitos perdidos en una mata de pasto.

O sí se entero y por eso cada vez que miraba las ronchas de las piernas se reía.

Y los animalitos jamás supieron que su terrible esfuerzo de casi la mitad de su vida -porque ellos viven apenas un día- no sirvió de nada,

O sí. Siempre lo supieron. Y pensaron que a veces los bichos como la gente (o como los bichos) tienen que hacer cosas así, que no sirven para nada pero que hacen mas linda la vida entre el pasto.

Subido por Alan Cruz

Los pajaros mudos: obra de Esteban Valentino

Con dieciséis años recién cumplidos, el Físico desmentía dos cosas: su edad y su apodo. Tenía la cara de un pibe de trece y cuando le dijeron en el Centro de Estudiantes que tenía que elegir un alias porque en 1975 en Buenos Aires no era saludable andar por allí con su nombre verdadero, él se miró al espejo, tragó aire para inflar el pecho, dobló hacia arriba los brazos con su máximo esfuerzo para hacer nacer dos globitos de morondanga y dijo:

- Con este cuerpo privilegiado sólo pueden llamarme de una manera, el (y remarcó el artículo) Físico. Así que olvídense de Gastón Albiolea. Desde hoy, además de presidente del Centro de Estudiantes de esta escuela de cuarta soy.... ¡el Físico!

Todos se rieron y dijeron que además no estaba mal. Serviría para despistar a los grupos que insistían en correrlos a cadenazos gritándoles de todo pero sobre todo zurdos, mala -por no decir terrible- palabra en esos días. ¿A quién se le ocurriría identificar al número uno del Centro, el desde entonces temible Físico, con ese alfeñique que no llegaba a los 60 kilos y que encima usaba anteojos porque si no, no reconocía a su madre a dos metros?

Todos se rieron y dijeron que además no estaba mal. Todos, hasta Lucía Nievas, que aprovechó para pensar que si se le sacaban los anteojos y se le desordenaba un poco el pelo, el Físico podía ser bastante pasable.

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El año pasó rápido. Cuarto se pasa siempre rápido. Tal vez eso de ser la víspera del último de secundaria le dé un aire de listo se acabó ya terminamos. Quién sabe. Pero pasa rápido. Cuando uno se quiere acordar ya empezó noviembre y quien dice noviembre dice verano. Las materias no fueron un problema para el Físico. Dos a examen que fueron aprobadas en diciembre: matemática y literatura española. Nada serio. Lucía ni eso. Su pequeño cuerpo de ciento cincuenta y cinco centímetros deliciosamente distribuidos en un exterior de bailarina de cajita de música albergaban el conocimiento desde siempre. Los saberes eran naturales en ella como las bromas en el Físico. No. Las materias no fueron un problema para ninguno de los dos.

El Centro de Estudiantes fue algo más complicado. Las cosas se fueron poniendo cada vez más difíciles y ya cerca de fin de año cualquier actividad era francamente peligrosa. Una noche, bordeando mediados de noviembre, se juntaron en el aula exterior que les habían dado en la escuela para que funcionaran. No faltó ningún delegado de ningún curso. De a uno fueron llegando el Tano, Bocón, Chelo, Gabi, Pili, Lucía (que se negó sistemáticamente a ponerse un apodo alegando que eso era para los chorros y que ellos no le robaban nada a nadie), Alemán, Quijote y Sancho (nombres perfectamente elegidos. Estaban siempre juntos y uno era alto y flaco y el otro era gordo y petiso) y el Che. Al final llegó el Físico y empezó la reunión.

Afuera hacía un calor que empezaba a ser pegajoso pese a que la noche se había instalado con autoridad. El Che, vicepresidente del Centro, abrió la charla:

- Esto se volvió bastante fulero. Los grupos de choque de la derecha ya nos dieron varias palizas y nosotros nos estamos quedando casi sin respuestas. A los chicos el trabajo en el Centro cada vez les da más miedo y la verdad que a nuestros viejos también. Para venir aquí yo tuve que mentir en mi casa y decir que iba a una fiesta en lo del Alemán, que no tiene teléfono y no pueden averiguar si es verdad o no. Y encima...

No pudo seguir hablando. Las luces del aula hicieron un leve parpadeo y la claridad se fue para siempre. La mano de Lucía buscó la mano del Físico en las tinieblas y allí él supo que sabía y que ella sabía que él sabía. Pero todo lo que pasó por su mente en ese instante iba a tener que esperar. Después se hablarían. Después, si había tiempo. Cuando vieron a las cinco figuras en sombras que avanzaban por el patio y vieron las siluetas de los palos que cargaban, el Físico no dudó y ordenó salir corriendo por la puerta que daba al campo de deportes. Primero las chicas, después los muchachos, el Físico al final. Mientras corría para dejar atrás los palos y el miedo, él pensó que esa noche ya no la vería a Lucía y que entonces las palabras que había imaginado cuando se quedaron sin luz iban a tener que esperar mejor oportunidad para salir al aire. Pero se equivocaba. Cuando llegó a la calle de las vías la vio recortada contra la luz de la luna y se dijo que esperar un corno, esperar un pepino y que además hablar para qué si lo que él menos quería en ese segundo cuando llegó junto a ella y la miró largo largo a los ojos era hablar y así, sin decir agua va ni agua viene le estampó un beso como para hacerle doler. Y ella, cuando pudo separarse y respirar un poco hizo al fin lo que tantas veces había querido hacer: le sacó los anteojos y le desordenó un poco el pelo. Y después pensó que tampoco quería hablar, que ya estaba todo claro como esa luna enorme que los iluminaba y que dos pibes tan flaquitos y petisos como ellos bien podían edificar un amor que tuviera muy poco de flaquito y petiso y quien sabe si tanto de pibe.

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Se sabe. Bah, la historia lo sabe. El año no empezó bien. El 24 de marzo fue el Golpe y Lucía y el Físico tuvieron que acostumbrarse a oír hablar de los plazos del gobierno, de la guerra que vivía el país, de la salvación que llegaría más temprano que tarde. Y sobre todo tuvieron que acostumbrarse a no trabajar más en el Centro de Estudiantes, que la escuela cerró antes de empezar las clases. Lucía y el Físico se dedicaron entonces a prestarse atención a ellos, a construir su historia llena de asombros y descubrimientos, de estupores y dudas. Pero un día supieron que la realidad empezaba a cercarlos y no encontraron la manera de salir corriendo por la puerta que daba al campo de deportes. Sucede. La realidad suele ser más certera que cinco grandotes armados con palos. Pasó así. O sea, pasó que una tarde el Che no llegó a gimnasia.

- Te digo que lo conozco bien, Lucía -decía Gastón, ya recuperado su viejo nombre- y él no se perdería jamás una clase de gimnasia si el profe había prometido un partido. Hoy a la mañana andaba bien, así que enfermo no está. No sé, amor, tengo miedo.

- Bueno, no nos apuremos, que puede estar en cualquier lado. Vos sabés cómo es. En una de esas se fue con Alejandra a vagar por allí.

- Porque sé cómo es me preocupo. Ni Alejandra puede hacer que el Che se pierda un partido. Ojalá que haya pasado lo que decís pero yo siento como algo feo aquí en el estómago.

Lucía no tenía razón. El Físico sí. Dos días después el Ché seguía sin aparecer y ellos empezaban a vivir otra vida. Aunque todavía no lo sabían.

La clase de gimnasia que se había perdido el Che había sido un lunes, el primer lunes de un abril todavía cálido, todavía más fin de verano que comienzo de otoño. El jueves, Lucía y Gastón caminaban tomados de la mano por una calle cercana a la escuela. La hora de la siesta, los camiones llenos de soldados que pasaban a cada rato y el temor habían dejado a la tarde casi sin habitantes. La primera en darse cuenta de que algo no andaba bien fue Lucía. Miró para arriba y no vio ningún pájaro cantando sobre los árboles, ninguna paloma volando cerca de los tejados.

- Gastón, se callaron los pájaros.

- Pero estás vos, amor, que sos más hermosa que todas las aves del mundo, que las gaviotas de todos los océanos, que los papagayos más coloridos de todas las selvas, que las mariposas...

- Tonto... le gritó ella riéndose mientras le tiraba un carterazo suave a la cabeza. Pero esta vez Lucía tenía razón. Lucía y los pájaros. Porque así, jugando a golpearse, a olvidarse del mundo de afuera, a descansar por un segundo del dolor que sentían por la ausencia del Che, no se dieron cuenta del auto grande, blanco, estacionado en la vereda de enfrente, con tres hombres adentro y que arrancó despacito, sin hacer ruido, en cuanto ellos pasaron.

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La luz se reducía a una lamparita mortecina colgando lejana de un techo negro de hollín. Cuando el Físico pudo abrir los ojos notó que le dolía todo el cuerpo y que tenía una mancha de sangre seca justo encima de su ceja izquierda. Se sentó en el pedazo de suelo que le habían reservado, lleno de sobresalto y buscó a Lucía entre los bultos más cercanos que dormían acurrucados sobre sí mismos. Pero allí no había chicas. Recordó entonces que no podía asegurar que los hubieran llevado juntos. Eso lo tranquilizó. Tal vez lo habían traído sólo a él. Una bota parada delante de su línea de visión lo volvió al galpón semioscuro.

- Vos, vení -dijo la bota. El fue.

Lo llevaron por un pasillo todo sucio que parecía interminable hasta algo parecido a una oficina y allí, detrás de algo parecido a un escritorio estaba alguien parecido a un jefe. Dijo que se llamaba simplemente “el Capitán” y que así debería nombrarlo cada vez que se dirigiera a él.

- Pero no, lamento decepcionarte, pero no soy el jefe. Apenas soy el que te va a mandar a....Por ahora a eso. A mandar. Después vamos a ver a dónde te puedo mandar. ¿Así que vos sos el famoso Físico? Gracioso el nombre que te buscaste.

- Señor -empezó a decir Gastón...

- Capitán -lo corrigió el hombre.

- Bueno, Capitán. Yo no creo que sea famoso. Creo que están equivocados.

- No, pibito. Que algo te quede claro desde ahora. Nosotros no nos equivocamos nunca. Vos son el Físico, alias Gastón Albiolea, presidente del Centro de Estudiantes de una escuela que vos mismo definías como de cuarta y que desde hace unos meses sale con Lucía Nievas. Como ves, no estamos equivocados. Ahora andá, volvé a tu pabellón que ya nos vamos a volver a ver. Ah, a partir de ahora sos 179. Cada vez que oigas este número vas a tener que pararte y hacer lo que se te ordene. Olvidate de Gastón, de Físico y de la mar en coche. Lo único que tenés que recordar es ese número, 179. Llévenlo.

Gastón se pudo parar sin que lo agarraran, se acercó a la puerta pero antes de irse quiso sacarse una duda.

- Se....eh...Capitán...

- ¿Qué pasa, 179?

- Lucía.....estaba conmigo...

- Sí. También está aquí. En otra parte.

Recién pudo verla dos semanas más tarde. Las excesivas demostraciones de afecto estaban prohibidas en aquel lugar pero no les importó. Se abrazaron como locos y rodeados por los demás prisioneros para ocultarlos a miradas ajenas se besaron como para que la eternidad se pusiera celosa. También a ella la habían golpeado desde el día aquel de los pájaros pero su cuerpito de ciento cincuenta y cinco centímetros había demostrado ser más enérgico de lo que ella pensaba. Ahora hacía varios días que nadie la tocaba. Habían llegado nuevas prisioneras que requerían toda la atención y además Lucía no era demasiado importante.

- Me preguntaban todo el tiempo por vos, amor. Por vos y por el Centro.

A partir de ese pudieron verse casi todos los días. Empezaron a aprender los códigos de la telaraña. Y supieron que sesión era tortura, que visita era llegada de nuevos prisioneros y sobre todo que traslado era el final, o sea la palabra más temida. Pero también descubrieron que podían engañar a la telaraña y robarse segundos para ellos. En esos momentos sólo se miraban como queriendo entrar por los ojos del otro y dejaban que las manos recorrieran el cuerpo amado sin censura. En esos días sin mañana decidieron fabricarse un porvenir privado, que no tuviera nada que ver con los presagios que venían de la oscuridad que los rodeaba.

- Vamos a tener dos hijos. No, tres -decía él.

- Y vamos a estudiar las carreras que más nos gustan: vos veterinaria y yo bioquímica -decía ella.

- Y vamos a mirarnos así como ahora pero en una casa que va a estar junto al río- decía él.

- Y la casa va a tener un árbol enorme que le dé sombra a todo el jardín, que va a tener el pasto cortadito y una hamaca paraguaya -decía ella.

Así se pasaban horas, creando todas las variantes posibles del futuro que se regalarían en cuanto volvieran a la calle de los pájaros callados.

-Que de paso ya no van a estar nunca más sin cantar decía ella.

Pasó el tiempo.

Y un día fue 29 de junio. Un día como ese, pero hacía 16 años, Lucía Nievas había llegado al mundo. Era su cumpleaños.

Todo el día anterior estuvo Físico rompiéndose la cabeza, buscando un regalo que le revelara a ella todo lo que se le revelaba a él cada vez que tenían sus fiestas de miradas. Cerca de la medianoche tuvo una iluminación. Tomó una hoja blanca, grande, que había encontrado unos días antes y fue pidiendo por todo el galpón, susurrando para que no lo descubrieran, lápices de colores. Después se puso a trabajar. Terminó cuando empezaba la madrugada, hizo un rollo con su obra y lo escondió entre las mantas que le servían de colchón.

A la mañana del 29 el lugar se llenó de revuelo, miedo y presentimientos. Por primera vez desde que estaban allí reunieron a todos los hombres y mujeres, los chicos y chicas que repletaban los galpones. Lucía no podía decirle a nadie que era su cumpleaños y sobre todo no podía decirle a Físico que si a la tarde pudieran estar diez minutos solos, ella sería casi feliz. Estaban en el mismo patio cerrado pero muy lejos uno del otro. El Capitán se paró en un extremo con un micrófono y dijo lo que nadie quería escuchar. Lo dijo corto, seco. Lo dijo sin retorno.

- Lo que sean nombrados preparen sus cosas. Van a tener un traslado.

Y empezó la lista: 26, 37, 141, 145, 146, 147, 164, 172, 179... Físico sintió que las piernas se le caían, que le nacían unas enormes ganas de vomitar y empezó a llorar sin ruido. Pero apoyándose en un tipo grande que lo sostuvo logró seguir de pie, sobre todo cuando se saltearon el número de ella. Se dijo que al menos Lucía volvería a oir sus pájaros cuando dejaran de ser mudos y se dijo que antes de ir hacia la fila de los trasladados tenía algo que hacer. Aunque estaba prohibido, cruzó todo el patio y se instaló delante de las lágrimas de ella, que eran también su homenaje, su despedida más amada, su adiós de los ojos, el rincón de ella que mejor lo iluminaba. Y Físico, alias Gastón Albiolea, le dijo a Lucía Nievas, su niña mujer, antes que los guardias que corrían hacia ellos pudieran impedirlo.

- Haceme dos favores:....

La primera patada lo tiró al piso...

-...viví...

... la siguiente le dobló el estómago a Físico, el presidente del Centro, pero desde el suelo sucio pudo mirarla por última vez a los ojos y decirle el segundo favor que necesitaba que ella le hiciera...

- ....y fijate en mi colchón.

Lucía no paró de mirarlo mientras lo llevaban, sintiendo que adentro se le quemaba la garganta, el estómago, las piernas. Comprendió que en esa mañana de su cumpleaños toda ella se había convertido en una gran herida interminable.

Después dieron la orden para que todos volvieran a sus lugares, a sus mantas tiradas, al escaso territorio que les correspondía en la telaraña. Pero antes de ir a su pabellón, Lucía se escabulló hasta el lugar donde Físico dormía. Y pudo encontrar a través de ese agua persistente que no dejaba de nacerle de sus ojos, un rollo de papel que escondió entre sus ropas para irse hasta su pequeño lugar en el mundo. Esa noche, con sus pupilas más necesitadas de él que nunca, más exigentes de la mirada de Gastón, desenrolló la hoja blanca y grande que Físico había encontrado. Era una especie de cuadro, con una dedicatoria. Arriba decía: para los ojos, que ven por mí, feliz cumpleaños, Físico.

Y abajo estaba el dibujo de un árbol enorme, que llenaba de sombra a todo un jardín con pasto cortado y una hamaca paraguaya y en las ramas más altas del árbol varios pájaros que estaban unidos con líneas a una inscripción, sólo tres palabras, sólo trece letras garabateadas con lápiz negro: estos sí cantan.

Crítica: Todos los soles mienten

Todos los soles mienten, del autor Esteban Valentino, Trata sobre un futuro en el que el sol se está apagando, la gente muere de frío y una plaga de ratas invade la ciudad. En el medio de todo el caos, 12 amigos adolescentes luchan el dia a dia para vivir un poco más, y entenderse a ellos mismos, en el medio de una gran confusión, que incluye a la familia, el amor y la vida (A los jovenes de 14 años en adelante se los obligaba a combatir a la plaga de ratas a la simple fuerza de garrote y con la ayuda de liquidos atontadores). Un dia, uno de ellos, persiguiendo a un gran jefe se encuentra con una cueva donde se mantenía el calor debido a una gran roca. Los jóvenes deciden elegir a 4 personas para resguardarlas en la cueva, y mantener la humanidad en pie.
Recomiendo este libro porque es una gran historia de ciencia ficción atrapante para grandes y jovenes, en especial para el público adolescente, debido a su contenido y el tema abordado, en este caso, las preocupaciones de un joven típico, como el amor, la familia, la inseguridad que se sufre en esta etapa. Se narra de una forma muy profunda, pero a la vez fácil de entender, ideal para cualquier edad, recomendado para toda la familia. No la denominaría una novela, ya que no esta separada en capítulos, pero si una narración, o una historia. La verdad muy bueno, en especial para cualquier persona que disfrute de la ciencia ficción al mejor estilo Bradbury(Fahrenheit 451) , o un drama del estilo de Alma Maritano(Vaqueros y trenzas, El visitante, Cruzar la calle, etc.)
Se puede observar una forma de separación de los textos un tanto rara, nada frecuente, ya que se divide en :
* Los nombres de los jovenes, que a su vez son un nombre corriente seguido de la primera letra (por ejemplo, Eduardo E o Silvia S).
* Estos eran nuestros sueños: Aquí se describe los sueños de los jovenes, narrados por ellos mismos, pero anonimamente, sin saber quién lo escribía.
* Ellos/Ellas : Aquí se lee acerca de los sentimientos de los varones o las mujeres, pero tambien de una forma anónima